lunes, 14 de mayo de 2012

A VUELTAS CON EL FORMATO


Estaba cantado que el formato nuevo iba a crear controversia, lo que no es nada malo. Se habla de él y se sacan muchas conclusiones, a favor y en contra. Es decir, ha tenido repercusión, lo que significa que ha tenido importancia.
Habría que poner en cuarentena las opiniones contrarias, basadas en que la película no les fue bien en la cita. Hombre, hay que mirarlo con objetividad. Anteponer el bien de las anillas, al propio, aunque choque con el interés personal. Ver lo que pasó en conjunto, antes que lo que le sucediera a uno mismo.
Mejor tener en cuenta los pareceres coherentes, entre los que lógicamente habrá discrepancias con alguna cosa. Faltaría más, como para que un formato a la primera hubiera dado en el clavo y acertara de pleno.
Las posturas coherentes serán las que darán la clave para encontrar soluciones a posibles errores. Hay cosas curiosas en cuanto a las discrepancias. Se entienden las quejas, pero cuando tienen argumentaciones que valdrían para un concurso con el formato habitual, ¿será culpa del formato nuevo? No, hombre no. Esas cosas hubieran pasado igual con el sistema normal. Difícilmente para ningún otro concurso nunca, se haya preparado la selección de las reses con tanto cuidado. Más, en ese apartado, es imposible hacer.
Es halagador para el formato, que se le atribuyan poderes milagrosos. El formato no iba hacer que una vaca que humilla, levante la cabeza. No iba a evitar que haya anillas que se concedan y anillas que no por el jurado. Ni tampoco iba a conseguir cambiar las posibilidades de ganar de ninguna pareja. El formato tiene otras virtudes, pero milagros no hace. Cambiaba la manera de competir, solo eso. Los problemas de las anillas, seguirán estando con este y con cualquier formato, aunque alguno se corrige con esta fórmula.
No va a arreglar de un plumazo los problemas de las anillas, pero sí que les puede ayudar, al verse festejos de mayor emoción en la competición, que no se van a resolver hasta el final, y con las mejores parejas de la tarde en la final. Ya se decía en este diario, que el formato tiene su sitio en la medida justa. Más, tampoco será bueno.
El argumento de que reduce el número de participantes es coherente, pero tiene otros prismas desde los que se puede ver. Ocho, solo son dos menos que diez. Pero además son dos más que seis y tres más que cinco. Si en los de diez no se pide que haya doce, pedir diez en el de ocho, no es coherente. Menos coherente es aún, si los de cinco o seis, no parecen problema.
Algunas de las normas, es probable que se puedan mejorar, pero después de tantos días publicadas y de ser consultados antes del concurso, con la callada por respuesta por parte de todos, la queja posterior, llega a destiempo. Hay que tener más compromiso.
Los máximos beneficiados en que las anillas recuperen el terreno perdido, son ellos, los recortadores. El no hacer nada, no ayuda y el cerrarse en banda a nuevas ideas, tampoco. Si no ponen de su parte en dar un poco más y ver que las anillas necesitan un empujón, saldrán perdiendo.
El formato deja con menos importancia a la suerte, cosa buena. Las competiciones son para que las ganen los mejores por méritos propios, no por fortuna. A mejorar para que se cuente con uno o si se cuenta, para intentar ganar.
Habrá que mirar si objetivamente es bueno para las anillas. En caso de serlo, lo justo sería darle oportunidad de continuidad. Si no, pues bueno, allá cada cuál.

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