miércoles, 6 de noviembre de 2013

XXXI CAMPEONATO NACIONAL DE RECORTADORES (ANTES DE ABRIRSE LOS TORILES)

Más de 30 años ya del Campeonato Nacional de Recortadores. El de toda la vida. Porque una vez más habrá que recalcar, que el Campeonato de España es este, el de las anillas. La historia es la que es y nunca se podrá cambiar.
En cuanto a asistencia de público son los peores momentos vividos nunca. Es muy triste pero es una realidad. Se puede mirar hacia cosas que, si bien es cierto que seguramente inciden, como que lleva casi una década el festejo en fecha poco apropiada, que se televisa (esto es demostrable que no perjudica, es más, si se supiera aprovechar, ayudaría), o que las dos últimas ediciones han estado enrarecidas cada año por un tema diferente, amén de la subida constante del precio de la entrada. Pero eso es buscar excusas. Que falta cultura taurina que hace no saber ver que las anillas tienen más mérito que otras disciplinas que llenan, pues es una evidencia, pero contra eso tampoco se puede luchar. Y lo que hay que hacer es mirarse para dentro y ver que el problema mayor es que no hay un nivel alto ni en vacas, ni en parejas. En parejas hay lo que hay, y no hay tantos buenos como parece, ni tantos como para cumplir el expediente cuando la cuesta es empinada. Falta orgullo y mentalidad ganadora en cantidades industriales. En vacas, casi peor aún está la cosa. Muy pocos pueden hacer un concurso en solitario con 10-12 reses de garantías. Para el Pilar cuesta pensar en 12 vacas del nivel de Zaragoza en todo el panorama nacional. Nada más que añadir.
Así que menos de media plaza en La Misericordia, esta es la realidad contra la que algo habrá que hacer. De momento, ya se está haciendo desde 2011 con los cambios de formato, que a todas luces lo hacen más atractivo de lo que era.
La decepción llega cuando por, diferentes circunstancias, en la cita de 2013 no han estado ni las mejores vacas, ni las mejores parejas. Eso ha sido una realidad. Lo fácil, achacarlo a la organización, que obviamente algo tendrá que ver, faltaría más. Sin embargo, escarbando en lo que hay detrás de, para que no estuvieran todos los debieran estar, la explicación se encuentra por un lado en caprichos e incoherencias, por otro en malas artes. El victimismo es el reconocimiento de la culpabilidad.
Con estos antecedentes, la cosa estaba cuesta arriba para la edición de este año. Ausencias por voluntad propia de tres parejas (1ª, 4ª y 5ª en la clasificación), con comunicado dando explicaciones, que se publicó sin el consentimiento de todos los firmantes y que quedaba vacío en argumentos sólidos, además de atufar a teledirigido. Formato de eliminación por segundo año, que objetivamente es una manera mucho más justa de determinar el campeón nacional que con el formato tradicional. Que el concurso hubiera sido, en teoría, mejor con esas tres parejas, pues seguramente, pero que fue más o menos la misma gente a la plaza que el año anterior cuando participaron, es una certeza. Nadie es imprescindible.
La selección de vacas, mejorable también. Tampoco faltaban tantas, pero es verdad que algunas debían estar. Ahora bien, si uno mismo se cierra las puertas a que lo llamen, pues esto es lo que hay. Por desgracia, con tan poco para elegir, la ausencia de tres vacas de las mejores de la temporada, hace que sea difícil encontrar reemplazo.
Una vez elegidas, finalmente hubo un cambio. La Nº 461 de Ozcoz se sustituyó por la Nº 154 del mismo hierro. El espectador se quedó sin ver en la arena de La Misericordia a una de las mejores vacas del año. Y eso no puede ser. Que se les meta en la cabeza a los participantes que el Campeonato Nacional está por encima del formato que se haga. Es decir, el ganado es innegociable. Si se hace el formato de eliminación, se han de seleccionar las 12 reses y luego dejar para la final las, a priori, 3 más fuertes. Si en la primera ronda queda alguna que despunte, pues mala suerte. Después se ve desaprovechar muchas vacas con posibilidades de más anillas y nos quedamos sin ver anillas y sin ver vacas. Una vez más los de pantalón blanco deberían pensar antes en el que paga, que en ellos mismos.
No era halagüeña la previsión del concurso. Pero se abrieron los toriles y...


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