lunes, 31 de agosto de 2015

ASPECTOS BÁSICOS

Al recortador sigue sin entrarle en la cabeza la importancia de lo que rodea a los concursos. Está claro que lo fundamental son los tres minutos que pisan la arena, pero antes y durante, hay aspectos básicos que deben de cuidar.

Por delante, pensar en el que paga la entrada. Eso es lo primordial, porque es el que sustenta el espectáculo. ¿Qué hay que ofrecerle? Algo serio. Serio y de doce animales, cuando menos. Porque cuando no hay para sacar parejas, pase, pero cuando es por comodidad y por recortar cantidades en premios, no. Mínimo doce animales.

Una vez se le llama a alguien para un concurso, debe molestarse en conocer cómo va a ser la cita. ¿Quién organiza? ¿Qué ganadería o ganaderías irán? ¿Qué vacas llevarán? ¿Qué dineros habrá? ¿Cómo estará la plaza? ¿Con qué formato se competirá? ¿Quién será el director de lidia? ¿Qué dispositivo sanitario habrá? ¿Quién será el encargado de la megafonía? Algunos de estos aspectos, además de influir al espectáculo, también tienen relación directa con su propia seguridad. Se tendrán que preocupar de ello.

Organización: con algunos hay que estar en guardia. Unos por jetas, otros por torpes. Con determinadas empresas, vale más no ir directamente.

Ganaderías: salvo que alguna haya reiterado su incapacidad para echar reses inapropiadas para las anillas, simplemente servirá para información del recortador, sobre qué hierro será al que se mida.

Vacas: pues por delante, que tengan los cuernos apropiados para meterles anillas. Si no los tienen, no deben salir al concurso. Con quien se intuye que lo puede hacer a mala idea, los días previos hay que pedirle que diga qué vacas llevará y ahí ver si todas están en condiciones. 
Con los ganaderos habituales de las anillas, hay que ponerse serio en que los lotes sean igualados. Ya vale de probar novillas en concursos con vacas contrastadas. O todo novillas o todas fuertes. Por lo menos, la intención de que el lote sea igualado, debe quedar patente. Al que pase del tema y vaya a lo suyo, quizá haya que hacerle alguna cruz para que espabile.

Dineros: simplemente acordes a la plaza y a las vacas que se vayan a lidiar. Vacas fuertes, dineros fuertes. Si hay dineros suaves, tendrán que ir vacas suaves. El que quiera lucirse con las vacas, que ponga premios en consonancia. Si no están los mínimos, no acudir. Si uno mismo quiere darse categoría, claro. Las pantomimas, que queden para los malos organizadores y para los que se arrastran por ponerse un pantalón blanco.

La plaza: fundamentalmente en las portátiles, hay que preocuparse de cómo está la arena. Ir días antes a ver el estado y si hay demasiada arena, quitar. Un concurso con mucha arena no es bueno ni para el recortador, ni para el animal. Y si no es bueno para ellos, para el que paga, menos.

Formato: saber cómo se va a competir. Es fácil de saber, puesto que solo hay tres formatos.

Director de lidia: se sabe perfectamente quiénes valen para hacer una dirección de lidia en un Concurso de Recortadores y quiénes no. Deben exigir que sean de los que dan la cara y son un seguro. Se acordarán de ello el día que haya una cogida en la que el director de lidia pueda evitar males mayores y no lo haga.

Dispositivo sanitario: esto va ligado al propio festejo. Los reglamentos exigen que lo haya. Pero también se podrían molestar en pedir que estén, los que han demostrado saber actuar en el momento preciso. Al igual, que los que han demostrado que no sirven ni para poner una tirita, hacer que no estén más en un Concurso de Recortadores.

Encargado de la megafonía: puesto que es el árbitro del concurso, debe estar preparado. Es una parte vital en el concurso. No lo puede hacer cualquiera. Y menos aún los que tienen un currículum lleno de meteduras de pata y hacer trampas (tipo enfadar a toda una plaza por no saber hacer el recuento de un desempate o decir que un recortador no participa, porque está de borrachera en su pueblo). Porque tramposo es el que no sabe hacer el recuento de anillas de los jurados y luego no rectifica su torpeza, haciendo desempatar un concurso con un resultado real de 3-2. No se puede creer a los mentirosos y sin embargo, como canta Fito, a otros: "no es porque digas la verdad, es porque nunca me has mentido". 
Si alguien no se sabe el reglamento y le viene justo para que de su boca salgan frases coherentes, no puede hacer un concurso. Y eso, deben ser los recortadores los que lo eviten. Un partido de cualquier deporte no lo puede arbitrar el primero que pase por la puerta. El organizador que cuenta con personajes así, se retrata.

Si todo lo anterior está en orden, para delante. Aunque todavía queda el desarrollo del concurso. Molestarse porque se cumpla el reglamento. Todas las partes implicadas deben estar a la altura.

Hay que saber estar en el callejón durante el festejo. No subir al tendido a hablar con alguien. Ocupar todos los burladeros para salir al quite. Y estar pendiente de coger a los compañeros en las caídas al callejón. Todo esto incluye el saberse el reglamento. Así se evitarán dudas y problemas de interpretaciones extrañas.

Pero lo que más debe mejorarse es el tema del jurado. Hay que estar pendiente durante todo el concurso. Comunicar claramente la votación. Acercarse y decirlo de viva voz y asegurarse de que se apunta correctamente. No hay que estar a otras cosas. Si se es jurado, a dar vueltas al callejón siguiendo a la pareja que actúa, para ver todo bien de cerca. A mentalizarse de que las punteras no valen, ya vale de concederlas. Y el encargado de la megafonía, que pida en todas las parejas el resultado a los jurados. Hay que consultar a todos. Si se convierte en costumbre, a todo el mundo se le meterá en la cabeza que hay que ir a decir el cero hasta en actuaciones en las que no se recorte. Eso da seriedad.

Y al acabar, estar avispados para cobrar. Sí, es triste, pero con determinados organizadores que tienen un currículum extenso en deudas, hay que estar pendiente de cobrar. Al mínimo descuido, habrá número de escapismo y si te he visto, no me acuerdo.

Todo esto, cumpliéndolo, mejorará los concursos. Les dará mayor seriedad. Está en la mano de los recortadores. De los que piensen en el futuro, claro.

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